Una nube de cemento enlentece mi cerebro.
Tantos puntos de vista confunden mi pensamiento.
Lo bueno es lo malo según el de al lado,
el cielo se nubla y nunca me aclaro.
Demonio de ligeros pies
que de un ojo a otro vuela.
Ver que aquello en lo que crees
no depende de una mente sincera.
Lo lógico y lo prudente enrarecen el ambiente.
La certeza se desmaya ante el hedor de la impotencia.
La ciencia cierta y la experiencia, que se mezclan.
Los rayos de sol que golpean la arena
para luego rebotar y ser devueltos por la atmósfera.
El ciclo de la razón rota,
la misma acera
que fluctúa entre distintas carreteras.
Quimeras.
El atractivo de tu vera,
obvio prefacio del dolor que en ella espera.
La bondad que se diluye en ocre tierra
con la que un niño, despreocupado, juega.
Comprensión incomprensible de lo aprendido
aun sabiendo que es frágil como la cera,
como la quietud del agua meditante
que el tortazo de un niño pequeño altera.
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