26/3/12

El culmen de la invidente

La prostituta se niega a aceptar a su cliente. Es cierto que su fealdad contribuye, pero no lo es todo, nunca se ha mostrado siquiera reticente a cumplir con su trabajo por las meras condiciones físicas, a las que ya se ha acostumbrado. De hecho no sabe muy bien porque lo hace, porque se complica tanto la situación sin motivo ni beneficio posible, pero tiene claro que no piensa hacerlo, y está convencida de que hará caso a sus pasiones, su razón le indica que sea pasional. Normal. Nada especial.

Es curioso. Aunque acostumbra a soportar a gentuza de toda clase (si bien es cierto que lo hace porque no tiene más remedio) ha llegado un punto en el que no quiere continuar con este consumidor, antes habitual. Su perturbadora costumbre de usarla para algo más que lo común entre la masa la consume a poco a poco, y piensa ella que ningún beneficio que le pudiera deparar soportarla sería suficiente compensación, ni tiene ganas de seguir con ello. Así que dignamente se despide y abandona el piso del borracho, que en su embriaguez ni entiende ni respeta ni comparte ni comprende la postura que la meretriz ha adoptado. Aun así, no es una persona propensa a la violencia, por lo que no se le pasa por la cabeza salir a perseguirla una vez que franquea el umbral de la puerta, aun habiendo pagado ya el servicio. El cliente queda confuso, no termina de entender que un 'objeto' como el que acaba de abandonar sus dominios pueda pensar por sí mismo y dejarlo plantado, cubata en mano y calzoncillos bajados.

La chica pisa la calle con un sentimiento de fortaleza y dominio de la situación que la sorprende a ella misma. Ha cambiado desde sus inicios, cuando se dejaba atraer por cualquiera con euros en los bolsillos. Ahora es dueña y señora de sus decisiones, emociones y sentimientos: abandona los lugares en los que no se siente a gusto; se permite ser selectiva, y le va mucho mejor. Está más solicitada y, contra todo pronóstico, rehace su rutina laboral con un éxito que le permite vivir mejor y sentir que su vida, al igual que el cuerpo que brinda a quien acude a ella, es suya. Aprende a manejar sus decisiones con inteligencia, mirando por sí misma antes que por los clientes; a los que trata de evitar el mal rato de quedarse desnudos aun marchándose cuando lo considera oportuno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gambito de calidad

Tú vales más que el resto [Tu corazón es el puerto]. Nos obligaron a elegir entre tu sudor y sangre y yo dejaría todo colgando por...