plagadas de bichos frenéticos,
y miro a la primera persona que pasa a la pupila.
Y allí esa piedra apagada
el no soy persona
el amor no
el como si nunca fui humano.
A veces me paro a sentir el viento
siento tus ojos tus oídos tu nadie más que yo
te derramas como aceite usado
y ese puño apretado con el que te impides demostrar amor.
A veces esa tristeza que me (te) inunda
por ese hueco tuyo donde la emocionalidad
pero escoria fría y negra ocupando hueco
tras el cataclismo.
Me pregunto por qué no amas
me amas
o simplemente
por qué te resignas a esa buhardilla oscura
en que gritas
un niño pequeño grita
qué me queda si sacas el amor de aquí.