Destellos

Todos tenemos un lastre
que nos impide el avance.
La roca que tapa tu boca y te impide hablar bien,
así no te equivocas.
El límite que todo ser humano se establece
con vistas a no caerse y mantenerse independiente.
Pero, siendo una barrera sólida y efectiva
tapa también tu lado, ensombreciendo tu sonrisa.
Bueno, aquella que tenías antes de rendirte,
de que tus ojos tristes obviaran las brisas
de aire fresco que te dan cada día vida
y que alimentan tu esencia, sin que tú se lo pidas.

Los detalles que perfuman la asamblea de cipreses
que se enervan, ignorantes, al oír una voz cantante.
La armonía de lo ajeno desmorona su sistema
y para recomponerlo molestan al de delante.
Un amante que inspira esperanza en medio del valle
de lo afable, lugar de descanso de lo intratable.
Tu sonrisa que ilumina el alma del maleante,
el amor que al escaparse muestra a alguien adorable.
Son las ruinas de un pueblo
masacrado por los foráneos:
la deshumanización, que en su máximo esplendor,
define mejor al hombre que el color, o el amor,
o el olor de una bondad que debería ser emanada
por aquellos que en secreto temen un mañana.