Llego a la parada
y veo a una chica callada,
de voz dulce y mejillas sonrosadas.
Su melena a veces suelta,
otras veces recogida.
De todas formas,
su pelo siempre me fascina.
Éste es miel que se desliza,
oro líquido que llueve;
aunque siempre en tus raíces
crea vislumbrar un tinte.
Sentimientos contradictorios,
ojos que me absorben y producen el olvido.
Alma que, escondida,
constantemente imagino.
Le otorgo forma, la moldeo;
la mitifico y me lo creo.
Lástima que sus caricias
no me tendrán como dueño.
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