28/5/12

La violeta flotante

Un rayo de luz de luna
que se filtra en mi alma.
Esquirol que contradice al karma.

Hasta entonces otro paseo por la ciénaga
de vicios y hoy virtudes,
una nueva media vuelta en el fango de los aludes
de miserias y lágrimas,
que se tornaron plácidas.

En un recodo del barrizal hallo una violeta,
pétalos al aire como una cometa.
Granos de polen en el tallo del estambre:
grumos en chocolate que generan hambre,
sed de esperanza
y de amor que entierre la venganza.
Primeros auxilios que no son los primeros,
pero si certeros,
lo suficiente para vencer al cieno.

No me preguntes porque juzgo a una violeta por sus pétalos
si su savia es lo que define su fuerza y belleza.
Quizá te contestara que entre veces la corteza
deja entreveer la naturaleza.
Piénsalo.
O no lo pienses, al final si te arrepientes
es lo mismo al no haberlo pensado que al tocar los dientes.
¿Qué no lo entiendes? Lo sé, sólo trato de ver verde.
O simplemente de ver, de hacerme fuerte.
Hoy estoy un paso más cerca de ello
gracias al olor de una flor, a lo bello
de su color:
trazos tenues pero luminosos
que al ojo producen gozo.
Cuando su recuerdo rozo
me estremezco de posibilidad
y admiro los posos.


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