La ingenuidad me derrumba,
la aborrezco aunque sea la clave.
La inocencia que les distrae
a mí no me distrajo nunca.
Siendo su ausencia la tumba
su carencia parece llave.
Las lágrimas del que sabe
no logran que el saber cunda.
Su apariencia en ella redunda
y es por ello que me repugna.
Pero a veces la percibo tarde,
y es por ello que mis venas arden.
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