7/11/12

Si compartes miel...

Hoy día es complicado hablar con otros si tus palabras no rezuman odio, o al menos una objetividad desalentadora. Las palabras dulces no encuentran su sitio porque son consideradas cursis y objeto de burla y mofa por cualquiera a tus espaldas, además de dejar vulnerable a quien las pronuncia (con ingenuidad y de buena fe), lo que suele terminar traduciéndose en ataques por diversión y sufrimiento gratuito.

Desde mi punto de vista:

- Una frase tierna y sentida dirigida a un tío es tu tumba. Te van a despreciar por blando y nenaza y vas a ser el hazmerreir de gran parte de tu entorno cuando la gente lo sepa. En el mejor de los casos alguien profundo y con quien tengas cierta confianza tendrá grandes dificultades para encajar la frase y se quedará: "WTF?"

- Una frase dulce y sincera a una chica la manda bien lejos. No hay tía que no se incomode y crea que eres un desesperado que utiliza palabras falsas para ligar tomando por tontas y manipulables a las mujeres.

Es decir, que una persona cursi tiene dos opciones: o la falsedad y el fingimiento o la soledad y el sufrimiento si se deja llevar. Se predica la necesidad de palabras amables pero cuando surgen son apuñaladas y se preparan festines con sus vísceras.

2 comentarios:

  1. No es lo mismo unas palabras dulces de un tío que conoces desde hace 20 minutos, que de una persona que ya llevas un tiempo hablando con ella, aunque, supongo que cada persona es un caso.

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    1. Sí, pero las personas que conoces en profundidad son una minoría tan pequeña en relación con toda la gente con la que hablas día a día que en ese sentido no afectan demasiado.

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