Lamentos. De historia y cimientos,
pero también de hambre.
Que virtud, que virtud queda
tras el ocaso de la moralidad
con la oscuridad y la realidad
sin dar tregua.
Luces, ¿dónde? Dentro de mí, ¿dices?
Luminarias dulces, en los recodos del sufrimiento y la sangre que llevo encima.
Ajam. Sí, sí, supongo.
Qué sé yo, las cicatrices,
la muerte y la vida
se funden en mí como en un responso.
Sólo que yo aún estoy en la lucha,
en la brecha,
de lo que soy y qué no soy,
del ayer y del hoy,
de la violencia, que es entre cierta y mucha.
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