Llorando por unas ansias de equivocarme infundadas. Roto como la tentación de haber visto mal, de que la equivoción no fuera mía y darme cuenta, y darme cuenta a causa de un destello de humanidad por el que suplicaba sin saberlo.
Consciente como nunca de que vivo esperando a que la vida se enajene. Consciente por primera vez de que esperar eso es una inconsciencia. Reafirmado en el deseo de tirarme a por la luz amarilla y darle la razón a quienes no me comprenden, a los que tuvieron más suerte que yo y nacieron sin deformidades.
Siento hacer entradas ininteligibles.
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